Cualquier persona sana, con expectativas razonables sobre los resultados del tratamiento, y capaces de asumir la presencia de una cicatriz tras la cirugía, puede someterse a este procedimiento.

Se realizará un diagnostico extenso del estado de salud, de la firmeza de la piel y de las condiciones del cuerpo. Así, se informará de las mejores opciones adaptadas a cada caso.
Es preciso que se indique el consumo de tabaco o de alguna medicación o vitamina.
Se entregarán instrucciones preoperatorias adecuadas.
Es precisa la compañía de algún familiar o acompañante que pueda llevarle a casa cuando se le dé el alta (si es preciso, el centro puede ofrecerle ayuda para resolver esa dificultad) y que, en caso necesario, puedan ayudarle un par de días.

El método para readaptar la piel del muslo depende de su anatomía, de la situación del muslo y de nuestras recomendaciones. La incisión será proporcional a la cantidad de piel sobrante, y se elegirá su posición con el objetivo de que la cicatrices sean lo menos visibles posible.
A través de la incisión se realiza una liposucción para facilitar la adaptación de la piel, y se reduce la piel sobrante. Luego las incisiones se suturan con cuidado y se vendan los muslos.
La cirugía generalmente se realiza dos a tres horas.

La incomodidad y el cansancio son normales tras la intervención, por lo que es necesario guardar reposo relativo uno o dos días, sin someter a tensión las suturas. Podrá hacer vida normal sin excesivas tensiones al cabo de una semana o 10 días.
La mayor parte de la incomodidad se controla con medicación. En dos o tres días le retiraremos vendajes y drenajes y le indicaremos el tipo de prenda de presoterapia que debe emplear. Las suturas serán retiradas aproximadamente en dos semanas.
Puede retomarse la actividad laboral en unos quince días dependiendo del trabajo a realizar. Es importante seguir las instrucciones sobre cuándo comenzar a realizar ejercicio y actividad normal, pues los muslos probablemente están más sensibles a la estimulación directa durante dos o tres semanas, de forma que debe evitarse el contacto físico. Después, progresivamente, volverán al estado normal.

Es un procedimiento seguro, pero como en cualquier operación, hay riesgos asociados con la cirugía y complicaciones especificas asociadas con el procedimiento. Estas complicaciones son poco frecuentes. El sangrado tras la operación puede causar edema e incomodidad, que se controlan usando drenajes temporales. Un pequeño porcentaje de pacientes pueden presentar una infección, lo cuál es más frecuente en la primera semana tras la cirugía.
Asimismo, la sutura puede deshacerse si se somete a tracción excesiva, por lo que los movimientos del cuerpo deberán ser muy cuidadosos durante las primeras dos semanas. La disminución de la sensibilidad cerca de las incisiones tiende a mejorar con el tiempo.
Finalmente, para reducir el riesgos de problemas vasculares, es recomendable movilizar lo antes posible la zona.

Los pacientes sometidos a este tratamiento mejoran en aspecto y en autoestima al encontrarse más seguros con su nuevo aspecto. Como valor añadido la Clínica Valero dispone de láseres, que mejoran el aspecto de las cicatrices, y sistemas de presoterapia, que ayudan a reducir la hinchazón postoperatoria.