Aquellas personas con dificultad para flexionar o extender los dedos, pueden someterse a este procedimiento.

Se realizará un diagnóstico del grado de la afectación y del estado de salud, y se informará de las mejores opciones adaptadas a cada caso.
Posteriormente, se entregarán las instrucciones preoperatorias adecuadas.
Es precisa la compañía de algún familiar o acompañante que pueda llevarle a casa cuando se le dé el alta (si es preciso, el centro puede ofrecerle ayuda para resolver esa dificultad) y que, en caso necesario, puedan ayudarle un par de días.

La cirugía se realiza en quirófano, y no es preciso el ingreso, si bien la infiltración puede realizarse en la clínica. Suele durar unos 30 minutos.
Durante la cirugía, se trata la causa del impedimento a la movilidad de los tendones, mientras que la infiltración trata de reducir la inflamación que es causa de dicho impedimento.
Tras completar la cirugía, se efectúa una cura, se coloca un vendaje y un cabestrillo.

Durante las primeras 24 horas puede producirse incomodidad, controlable con la medicación apropiada.
Después de una o dos semanas, se retirará el vendaje, la férula si fue necesaria, y los puntos si se realizó la cirugía.
La actividad laboral puede retomarse en un mes, si bien deberían evitarse algunas actividades hasta que no pasen algunas semanas.
Se realizará un seguimiento personalizado durante los meses siguientes a la cirugía para ver la evolución.

Cuando es realizada por un cirujano plástico cualificado, las complicaciones son infrecuentes y de poca importancia.
No obstante, siempre existe el riesgo de complicaciones, como infección, sangrado, adormecimiento de algún dedo o reacciones a la anestesia.
Se pueden minimizar los riesgos siguiendo cuidadosamente las instrucciones, tanto antes como después de la cirugía.

Suelen ser muy favorables.
Una vez haya pasado la fase inicial de recuperación, un programa de rehabilitación y el seguimiento ayudarán a obtener el mejor resultado posible.